Esa rubia credibilidad 1: Mónica Rincón

El terremoto del 27/2 trajo calamidades, destrucción y caos. Pero si algo podemos sacar en limpio de lo sucedido es que en la televisión chilena, como nunca antes, ha proliferado una casta de blondas (y no tan blondas) periodistas con altas dosis de credibilidad, belleza a flor de piel y a cargo de los noticiarios más importantes de sus respectivos canales.

A partir de hoy, viernes 12 de marzo, semanalmente publicaremos una columna dedicada a cada una de estas musas que se han ganado su espacio a punta de esfuerzo, largas horas de reporteo y, bueno, cuidados peinados y trajes de dos piezas. Señores, sean bienvenidos a Esa rubia credibilidad.


Mónica
UN RINCÓN ACOGEDOR

Por Francisco Ortega

Cuando uno estudia periodismo en la Católica, sabe que el síndrome Karin Ebensperger se estira como un virus entre el contingente femenino. Parecen hechas en serie: rubias, ojos azules, mateas, dueñas de memorias prodigiosas, católicas, irremediablemente condenadas a aparecer alguna vez delante de las cámaras. El resto de las escuelas de periodismo se ríen de este estado de las cosas, dicen que la UC más que periodistas, crea rostros. Puede ser, es la geometría de las cosas, qué se le va a hacer, al menos uno, cuando entró como un bicho provinciano tenía harto donde distraer la vista, porque rostro, en mi caso, cero posibilidad. De mi generación salieron varias “Karin” entre las cuales tres brillan con luz propia: Sole Onetto, Mónica Rincón y Ena Von Baer. Tras ellas, el resto no somos nada, viles chapes, losers con L mayúscula.

Y yo tuve suerte, como era mas bien porro, necesitaba que me salvaran. Mi buen apellido con “O” supo ubicarme (con cueva) entre Onetto y Rincón. Por eso no las pelo, porque les debo buenas notas en cuanto taller y trabajo práctico me tiraron encima. Era una gran ventaja, sobre todo cuando te tocaba con Mónica Rincón, algo así como sacarse el Kino académico. Fue mi pareja de taller de TV durante medio semestre, tres meses en que no hice nada, salvo colgarme del talento de una estrella. Porque en las apuestas que hacíamos los más ratas de la promoción, teníamos eso seguro, la Mónica iba derecho al primer plano en un noticiario. Una vez nos invitó a tomar desayuno con el chico Ruiz, después de jugar al periodista en la sede de la DC, cuando uno es pobre y no tiene a nadie en Stgo, eso se valora, y mucho.

Aunque hacía rato que ya estaba en primera línea, fue con el terremoto donde Mónica desató su gran poder secreto. Con perdón de las otras sismo-divas de nuestra TV, pero Miss Rincón se lleva fácil el primer premio. De partida no convirtió la tragedia en un show, supo mantenerse en un segundo plano y a pesar de que nunca descuidó su look perfecto, supo tener claro que la noticia no era ella. Es que hay una gran diferencia entre ella y sus colegas, la Rincón es provinciana, una chica buena, llegada de Conce, que vivió en pensión cuando se vino a la capital y la conquistó a punta de esfuerzo (y bueh, el apoyo de una familia con fuertes vínculos políticos), pero nunca olvidó su origen, su Conce natal. Era su ciudad la que estaba sufriendo, por eso se sacó la cresta, fue objetiva, mal que mal era la única que sabía perfectamente de lo que estaba hablando, quiénes eran los buenos y los malos en el Biobío.

Arito de perla, ojos azulitos, pelo liso, aunque lo parece la Rincón no es peloláis, todo lo contrario, es la neocarmela, la chica linda que llegó del sur y se sirvió a la Capital con tenedor y cuchillo, demostrando que no sólo es una cara bonita, también que la ambición bien administrada puede dar muy buenos resultados. Y sin necesidad de las medias caladas de su también muy guapa hermana mayor. Bien por ella.