De su reflexión de hoy en El Sábado, destacamos el siguiente párrafo.
"Es comprensible que alguien se desconcierte ante lo que no entiende o desconoce, pero esto no justifica una respuesta violenta o descalificatoria. Probablemente quienes reaccionan de forma virulenta se deba, más que a prejuicios adquiridos, a que tal vez poseen una inconsciente y profunda inseguridad de su propia identidad sexual y eso los haría sentirse, de alguna manera, agredidos".
Un contrapunto marcado a lo que otro columnista del decano, Gonzalo Rojas, escribió este miércoles.
Los senadores suponen que, al mirar a la pareja del lado, que vive arrejuntada hace años, pero bajo nuevo estatus legal, los estables nunca se verán inclinados a iniciar aventuras parecidas; que al formar a sus hijos, cuyos amigos provienen de uniones variopintas, la tarea educativa de esos padres perfectos nunca se verá lesionada por estatutos paralelos; y, por cierto, imaginan que ninguna influencia tendrá sobre los niños y adolescentes normales la pareja homosexual que en horario prime comenta su legalizada relación".
Bueno. Esa es la gracia de la tolerancia y la diversidad. Que existan dos visiones tan opuestas.
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